El pasaje que vamos a considerar, lo encontramos en el libro de Hechos de los Apóstoles capítulo 11. Mi propósito para estas sesiones, con el tema “La misma iglesia 20 siglos después”, es ayudarnos a combatir la presión que tiene la iglesia continuamente de adaptarse al mundo, a la sociedad y a los tiempos en los que vive. La intención es recordar que no necesitamos adaptarnos al mundo, porque Dios trazó un plan que es perfecto y Dios tiene poder, el cual es suficiente.
Al acercarnos a este libro, un libro que recorre los primeros 30 años de la historia de la iglesia, pero que es suficiente para el resto de los años de la historia de la iglesia, podemos observar la iglesia que Cristo estableció. Con confianza podemos mantenernos fieles al plan de Cristo, descansando en el poder que Él tiene. Esta es la clave, la cual este libro resalta continuamente.
Hemos visto como la iglesia de Jerusalén sufrió, desde el comienzo, persecución e incluso corrupción en el seno de la iglesia. Vimos también cómo uno de los principios universales y fundamentales de la Iglesia de Cristo es un liderazgo que está determinado a cumplir el plan de Dios. Ahora nos acercamos a la primera iglesia que es establecida en territorio gentil, la iglesia de Antioquía. En la iglesia de Antioquía encontramos el principio Universal y atemporal de la prioridad de la palabra de Dios, para su iglesia.
Consideremos las bendiciones de Dios entonces. Dios nos bendice y a veces hasta nos bendice a través de circunstancias difíciles, circunstancias que no queremos o circunstancias que no apreciamos. Aunque nosotros no nos sintamos bendecidos, Dios siempre nos bendice según su plan, y esto es algo que se resalta en este libro. El libro de Hechos es un libro más que descriptivo. Va más allá de describirnos las situaciones que ocurren. Nos muestra algo más interno: la manera en el que el pueblo de Dios sigue adelante confiando en el plan que Cristo estableció y es bendecido por Dios.
En este pasaje encontramos tres distintivos propios de una Iglesia que Dios bendice:
- La predicación constante del Evangelio (v.19-21).
- La exposición consistente de la escritura (v.22-26)
- La comunión de los creyentes (v.27-30)
Con el propósito de animarnos a mantenernos firmes y confiados en el plan de Dios.
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