No nos gusta que nos hagan un spoiler. El que alguien nos desvele algo importante o crucial de un relato, no nos puede llegar a molestar. Preferimos la intriga. Preferimos la incertidumbre de poder llegar al final y conocer por nosotros mismos el desenlace de la historia.
Cuán diferente es cuando somos nosotros los que vivimos esa historia. Cuán diferente es cuando somos nosotros los que experimentamos confusión por las situaciones que nos acontecen. Cuando vivimos incertidumbre en primera persona. Cuando experimentamos complicaciones y conflictos. Esto mismo es lo que le sucedió a Abraham. Abraham vivió dificultades, vivó en incertidumbre y en confusión. Este hombre enfrentó el desconcierto de no ver el final de la historia, pero este mismo hombre confío en Dios. Abraham descansó en las promesas de Dios y esperó para poder ver el final que Dios le había prometido.
Podemos ver el relato en el libro de Génesis y constatar cómo Abraham tras el uso de sus propios medios, inmersos en su debilidad humana, tratando de buscar soluciones a su futuro, reconoció la importancia de confiar en la promesa de Dios. Abraham reconoció este hecho; creyó a Dios y creyó en la salvación de Dios. Con la certeza de que la promesa de Dios es inalterable, confió en que la promesa de Dios es segura y es permanente. Esto es lo que consideraremos en el pasaje de Gálatas, capítulo 3.
En este pasaje encontramos con los judaizantes los cuales consideraban la ley como un anexo al pacto de Dios. Es por eso Pablo escribe estos versículos para mostrarnos la superioridad de la promesa de Dios frente a la ley. Pablo demuestra aquí que la ley no anula la promesa de Dios. La promesa que Dios le dio a Abraham fue, es y será la promesa de salvación. Veamos Gálatas 3: 15- 18.
Recordemos que Pablo se dedica a explicar en qué consiste la justificación por la fe. Defiende que la justificación frente a Dios es solo y exclusivamente por medio de la fe, cómo Abraham creyó a Dios y su fe le fue contada por justicia. Así, los que son de la fe en Cristo reciben también la bendición de Abraham, la justificación por la fe. Entre los versículos anteriores el apóstol nos dice que Dios nos redimió, nos liberó con precio, “nos liberó de la maldición de la ley”[1]. Pablo nos escribe presentando en estos versículos que hemos considerado, que la promesa de Dios es Suprema, es Superior y que la ley no puede jamás invalidar o anular tal promesa.
Así que consideramos en estos versículos, tres características que nos demuestran que la promesa de Dios es Suprema y es Superior frente a la ley. Por tanto, tres características que evidencian que la salvación fue, es y será solo por la Fe en Cristo.
- Es una promesa Inalterable (v.15)
- Es una promesa Cumplida (v.16)
- Es una promesa permanente (v.17-18)
Con el propósito de entender el carácter superior de la promesa de Dios, frente a la ley de las obras. De esta manera tengamos confianza en que solo la salvación es por medio de la fe.
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[1] Gálatas 3:13 a, RVR1960