La misma iglesia 20 siglos después, ¿qué quiere decir?
De seguro que has oído más de una vez la expresión «renovarse o morir». Esta frase señala la necesidad de realizar cambios, por lo general cambios radicales en el comportamiento, o en la imagen profesional. Esta es una expresión que tiene su origen en una frase atribuida al filósofo y escritor español Miguel de Unamuno, el cual dijo: “que el progreso consiste en renovarse”. Esta idea también se ha tratado de aplicar al contexto de la iglesia.
Algunos dicen: “estamos en el siglo XXI y la iglesia tiene que adaptarse a los tiempos”. Otros dicen: “para ser relevantes en la sociedad en que vivimos debemos hacer cambios que estén en sintonía con nuestra cultura”. Son ideas que causan preocupación, son una tendencia alarmante ya que el pensar así es pensar que el plan y los métodos de Dios están a merced de nuestra percepción. Que la sabiduría de Dios está limitada al contexto bíblico de aquellos tiempos. A 20 siglos atrás, si pensamos así estamos diciendo que Dios necesita de nuestra ayuda. Insinuamos que el mismo Dios que solo actúa según el consejo de su voluntad, también necesita nuestro consejo acorde a nuestros criterios.
Si pensamos así entonces hemos dejado de pensar bíblicamente, siempre ha habido momentos en la historia en los que la iglesia en general ha cedido a la presión de la sociedad para adaptarse a los tiempos. Uno de esos momentos de la historia lo constituye el 31 de octubre (día de la reforma, día en el que Martín Lutero clavo las 95 Tesis en la puerta de la catedral Wittenberg Alemania). Ese momento irónicamente no fue un intento de establecer una iglesia alternativa, sino que fue un momento de entender que la iglesia se había desviado de su fundamento y había que volver atrás en un sentido.
La reforma fue una declaración o quizás fue una aclaración; “La iglesia verdadera es la que depende del plan de Dios y descansa en el poder de Dios. La Iglesia verdadera es la que no necesita renovar el plan que Dios estableció desde el principio, y es la que no necesita mejorar el poder que Dios tiene para alcanzar sus propósitos.”
La biblia nos muestra esta realidad de una manera muy particular en el libro de los Hechos. Éste es un libro que nos describe la historia del comienzo de la iglesia. Recorre unos 30 años de historia, suficientes para que la iglesia confíe en el plan y en el poder de Dios, por el resto de la historia. Un libro que debemos entender con cuidado. No está escrito en un formato de instrucción y aplicación, por lo tanto debemos cuidarnos de no establecer principios donde no los hay. Por otro lado, tampoco es un libro de historia, es decir no está escrito en un formato de mera información. Este libro debe ser leído, estudiado interpretado y prestando atención a lo que se nos enseña. Hechos nos enseña, que el plan de Dios funciona siempre, en toda época, y en todo lugar.
En las próximas sesiones de esta conferencia, quisiera estudiar con vosotros tres pasajes en este libro. Estos pasajes nos presentan esta realidad fundamental: que la iglesia fiel y firme es la que depende del plan de Dios, y descansa en el poder de Dios. Que la iglesia debería ser la misma iglesia 20 siglos después. Una iglesia aferrada al plan que el Señor estableció y que los apóstoles siguieron. Una iglesia alentada al ver el poder que el señor demostró fielmente.
Tres realidades presentes en una Iglesia que depende del plan de Dios y descansa en Su poder.
- La distracción de los que se quejan (v. 1)
- La determinación de los que dirigen (v.2-6)
- La demostración del que transforma (v.7)
Con el propósito de entender el plan de Dios, y ser alentados en las obras que Dios ha hecho fielmente.
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