Durante su ministerio, George Mueller, misionero inglés destacado por su fe en Dios y su obra en orfanatos, oraba insistentemente por cinco amigos personales de su juventud que no conocían a Cristo. Al cabo de cinco años, el primero de ellos llegó a conocer a Cristo como su Salvador y Señor. Después de otros cinco años más, dos de ellos también se volvieron a Cristo. Pasaron 25 años más y el cuarto de estos hombres también fue salvo. George Mueller continuó orando por el quinto amigo hasta el momento de su muerte. Pocos meses después, el último de esos amigos fue salvo también. Por ese amigo George Mueller estuvo orando mas de cincuenta años.
Orar por los inconversos es un mandato bíblico, y es por esta razón que la evangelización debe estar sumergida en oración. Escribiendo su carta a los colosenses, el apóstol Pablo menciona dos principios fundamentales de la evangelización que Dios bendice.
1. La evangelización que Dios bendice está sumergida en oración
Colosenses 4:2-3, “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra”
En primer lugar, la oración que agrada a Dios es perseverante. La perseverancia es un aspecto de la oración que no se debe pasar por alto. Debemos orar en todo tiempo y no desfallecer (Ef.6:18; Luc.18:1). También es vigilante. Debemos estar atentos a los motivos de oración y vigilar nuestros pensamientos errantes. Con acción de gracias. Tenemos tantos motivos para dar gracias a Dios, que la gratitud debe ocupar un lugar principal en nuestras oraciones. Estas tres características de la oración son esenciales en toda oración, pero Pablo aquí de forma especial, las aplica a la evangelización. Dios nos manda orar por los que predican el evangelio y para que se abran puertas para predicar el evangelio.
Orando por los que predican el Evangelio
“Perseverad…, orando también al mismo tiempo por nosotros”.
“Por nosotros” es, sin duda, una referencia al apóstol Pablo y a sus colaboradores, algunos de los cuales va a mencionar al despedirse de la carta. Evidentemente, el Evangelio era proclamado por los apóstoles y sus colaboradores que son muchos según observamos en el Nuevo Testamento. Pablo sabe que “el tesoro del Evangelio está en vasos de barro” (2ª Corintios 4:7) y ruega que se ore por ellos. Pablo mismo siente la necesidad de ser apoyado por las oraciones de los creyentes, y les pide que oren por él (Rom.15:30; Ef.6:19; 2ªTes.3:1)
¡Cuán importante y necesario es este ministerio de orar por los que proclaman el Evangelio! Y gracias a Dios porque hay hermanos que lo hacen y son de gran ayuda para los que predicamos el Evangelio. No solo oran por los enfermos, sino también por los que predican la Palabra.
Orando por oportunidades para predicar el Evangelio
“orando… para que el Señor nos abra puerta para la palabra”
En el contexto del Nuevo Testamento una puerta por lo general es figura de una oportunidad (1ª Corintios 16:8-9; 2ª Corintios 2:12). Por tanto, Pablo está pidiendo que oren para que el Señor abra oportunidades para predicar el evangelio, porque es Dios quien las abre. Esto muestra la soberanía de Dios en la evangelización, porque es Él quien abre la puerta, no solo del corazón para recibir el Evangelio, sino la puerta de la oportunidad para predicarlo.
Escribiendo a los corintios, Pablo les dice: “estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios” (1ª Cor.16:8,9) En su segunda carta habla también de la puerta que se abrió para él en Troas, “para predicar el Evangelio de Cristo” (2ªCor.2:12). Y al final del primer viaje misionero de Pablo y Bernabé informaron a la Iglesia de “cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y como había abierto la puerta de la fe a los gentiles” (Hech.14:27)
Nuestra responsabilidad es orar, pero no está en nuestro poder que las puertas se abran; es Dios quien las abre conforme a su soberana voluntad. Esto es lo que Pablo nos muestra aquí claramente. Nuestras oportunidades para predicar el Evangelio no son fruto del azar, ni de nuestra sabiduría, sino del consejo predeterminado de Dios. “Él abre puertas y nadie puede cerrarlas, y cierra puertas y nadie puede abrirlas” (Ap.3:7). La evangelización que Dios bendice es aquella en la que Él mismo abre las puertas para proclamarla.
2. La evangelización que Dios bendice está centrada en Cristo
Colosenses 4:3, “…para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso”
Nuestra responsabilidad es perseverar en la oración “para que el Señor nos abra puerta para la palabra”, y Dios soberanamente abrirá las puertas, dará las oportunidades, que nosotros debemos usar para “dar a conocer el misterio de Cristo”. Este fue siempre el anhelo de Pablo. Dar a conocer “el misterio que había estado oculto desde los siglos y generaciones pasadas, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos” (Colosenses 1:26-27)
No se trata de algo misterioso, que solo puede ser conocido por mentes privilegiadas como enseñaban los falsos maestros. El “misterio” del que Pablo habla aquí no se refiere a algo que no se pueda entender, sino a algo que, habiendo estado oculto desde los siglos en las generaciones pasadas, ahora es revelado a todos los creyentes en Cristo.
Es el “misterio de Cristo” porque, aunque ya estaba presente en el plan de Dios y en las profecías del Antiguo Testamento, no lo estaba en la realidad. Es por eso que Pablo dice: “que ahora ha sido manifestado…”. El misterio es Cristo, “las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col.1:27) El misterio es Cristo. El misterio es el Evangelio de Cristo. Cristo es el Evangelio, Cristo es el tema principal del Evangelio. Cristo es quien llevó a cabo la obra de la salvación con su muerte en la cruz, para que todo aquel que en Él cree, sea salvo y tenga vida eterna.
Cristo es el misterio revelado. Predícalo, proclámalo cada vez que Dios abra la puerta y te dé la oportunidad. Porque la evangelización que Dios bendice está sumergida en la oración y tiene a Cristo como centro de su mensaje.