La evangelización que Dios bendice (parte 2)

La evangelización que Dios bendice (parte 2)

Este artículo es continuación de uno anterior basado en la evangelización que Dios bendice y la oración como elemento fundamental para que Dios derrame su bendición y salve a pecadores. Hay un segundo elemento sin el cual no es posible que la evangelización sea bendecida, y es su relación con la Palabra de Dios. La evangelización está vinculada con la Biblia de tal forma, que sin Biblia no hay evangelización.

El apóstol Pablo lo deja claro en Colosenses 4:2, “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo”. No se trata de algo misterioso o que no se puede entender, sino de algo que estaba escondido en el corazón de Dios desde antes de la fundación del mundo. El “misterio de Cristo” es la manifestación de Su Persona y Su Obra. Este misterio ha sido revelado en el evangelio. El evangelio revela a Cristo como único Señor y Salvador del ser humano. Lo que Pablo enseña aquí es que debe predicar a Cristo y predicar a Cristo es predicar lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.

La palabra verdadera del evangelio (Col.1:5) es la que revela el misterio de Cristo. Por tanto, el fundamento de una evangelización que Dios bendice es la proclamación de Su Palabra (la verdad del evangelio). Sin la Biblia no es posible la evangelización. La evangelización que Dios bendice es la que está sumergida en Su Palabra. Son “las Sagradas Escrituras, las que te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2ª Tim.3:15)

Por esta razón, el apóstol Pablo, no solo pide a los colosenses que oren para que “el Señor le abra puerta”, sino que esa puerta es “para la palabra” con el propósito “de dar a conocer el misterio de Cristo”. Ese era el propósito, dar a conocer a Cristo. Anhelaba que el Señor le concediera las oportunidades necesarias para proclamar la palabra verdadera del evangelio. Esa era la carga permanente en su vida. No se avergonzaba del evangelio (Rom.1:16), le apremiaba la necesidad de proclamarlo (1ªCor.9:16). Y así lo hizo, predicó el evangelio “testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch.20:21).

Además, pide que los creyentes oren para que “lo manifieste como debo hablar”. El apóstol Pablo deseaba predicar el evangelio como es debido; es decir, como Dios quería que lo hiciera. Y esto nos habla de la manera que Dios desea que nosotros prediquemos el evangelio

“Como debo hablar” implica fidelidad

No tenemos derecho a restar o añadir al mensaje revelado por Dios en su Palabra. Hay verdades fundamentales en la proclamación del evangelio que no deben ser ocultadas nunca. Por ejemplo, el pecado, el Infierno, la ira de Dios sobre el pecado y sobre el pecador (Sal.5:5; 7:11; 11:5; Rom.1:18; 2:5). Al predicar el evangelio, estas verdades son fundamentales porque confrontan al pecador con un Dios santo, que perdona el pecado de aquel que se arrepiente, pero que de ningún modo tendrá “por inocente al culpable” (Ex.34:7). Ocultar estas verdades es infidelidad a Dios y a su Palabra.

“Como debo hablar” implica claridad

El “misterio de Cristo” ya se ha manifestado objetivamente, pero todavía está velado a los ojos de los incrédulos. Tenemos la responsabilidad de manifestar, de hacer claro a los hombres, lo que Dios ya ha revelado en Cristo. Para ello, necesitamos proclamar el evangelio con toda sencillez y claridad. para que sea comprendido por los oyentes

“Como debo hablar” implica valentía

El apóstol Pablo expone esta idea en un texto paralelo que escribe a los Efesios. Les pide también que oren por él para que le sea “dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio”, y enfatiza este anhelo diciendo: “que con denuedo habla de él” (Efesios 6:19-20). Lo que le preocupaba a Pablo no eran sus prisiones. Sabe que es un embajador en cadenas por causa del evangelio, pero no cesa de proclamarlo. No quiere acobardarse ante la amenaza de Roma y callar cuando debe de hablar. El predicador fiel del evangelio siempre tiene esta necesidad, además de hablar con claridad, tiene el deber de hacerlo con valentía. No debe acobardarse ante sus oyentes porque acabará predicando un evangelio diluido, o predicando solamente aquello que ellos quieren escuchar.

Conclusión

El predicador que desea dar a conocer el misterio de Cristo debe moverse en la dimensión de la obediencia a Dios. Debe proclamar el evangelio con fidelidad, sin ocultar ninguno de sus contenidos. Debe proclamar explicando el texto con claridad y sencillez, porque ocultar sus demandas puede llevar a muchos al error de pensar que son salvos. Y, por último, si creemos que toda la Escritura es inspirada por Dios, y que lo que vamos a predicar es lo que Dios dice, debemos proclamarla sin cobardía. Es un mensaje digno de ser predicado con todo denuedo y valor. Seamos, pues, fieles al proclamar el evangelio, porque la evangelización que Dios bendice es aquella que está sumergida en Su Palabra.2

Skin Color
Layout Options
Layout patterns
Boxed layout images
header topbar
header color
header position