El milagro de los dones espirituales

El milagro de los dones espirituales

1ª Corintios 12:31 “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.

¿Qué es un don espiritual?

Un don espiritual es un regalo de Dios no merecido por el ser humano. El teólogo Charles Ryrie lo define como la “capacidad dada por Dios para servir al cuerpo de Cristo”.[1] Aparece en relación con el servicio espiritual en Efesios 4:7–11 donde Pablo explica las palabras “dio dones a los hombres”, como relacionadas con la entrega a su Iglesia, por parte del Cristo ascendido, de personas llamadas y preparadas para los ministerios de apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro.

Siguiendo con las definiciones podríamos decir que los dones son habilidades especiales para fortalecer a los hermanos en su fe. Se trata del poder de Dios por el cual el Señor faculta a Su Iglesia para edificarla en esta tierra. Así que, los dones deben ser puestos al servicio de la iglesia, no para nuestro beneficio personal. En ocasiones, un hermano que aparentemente tiene una gran timidez para hablar personalmente o en público Dios lo utiliza para ese cometido y no a otro hermano que aparentemente tiene más capacidad, pero lo hace para su propia gloria.

¿Quién da los dones espirituales?

En el apartado anterior decíamos que los dones son un regalo de parte de Dios, no para nuestro beneficio sino para edificación de la iglesia. Y dice la Escritura que es el Espíritu Santo quien los reparte, tal como leemos en 1ª Corintios 12 :11: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”.

El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos (1ª Corintios 12:14) y el Señor entrega un papel en el ministerio a cada creyente, como enseña Pablo en la carta a los Romanos 12:7 y 8: “si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.

Los dones son poderes dados que Dios reparte, y a veces Dios no nos concede el que quisiéramos tener, él sabe lo que es bueno para su Iglesia. Nadie debe presumir porque ejerce un don, ni tampoco sentirse inferior porque Dios usa a otra persona. Debemos tener claro que el que elige es el Espíritu Santo, y la gloria solo pertenece a Dios.

¿Cuáles son los mejores dones?

Siempre nos fijamos en algunos dones que nos parecen más importantes, como es el púlpito, la alabanza etc., pero en realidad todos los hermanos que ponen su don al servicio de la iglesia como cuerpo de Cristo son de la misma importancia (1ª Corintios 12:18-26). El hermano que está al servicio de puerta, así como los hermanos que saludan al entrar, la enseñanza en las escuelas dominicales, los que están ofrendando para el sostenimiento de la obra, la limpieza del local de cultos, son de admirar porque es un milagro que Dios hace y pone al servicio de Su obra para la edificación de la iglesia.

Ahora, ¿cómo es que dice Pablo en el v:31: “procurad los mejores dones”?  Parece extraño ¿verdad? Incluso puede parecer fuera de lugar. Pero no es así, Tengamos en cuenta que Pablo está dirigiéndose a los corintios como Iglesia local, y esto lo sabemos porque en el original el verbo está en plural. Y Pablo les había estado diciendo que deben aplastar sus egos y celebrar los dones de los demás hermanos. Los dones mejores es por lo tanto una referencia a los dones que más y mejor edifican a la iglesia, éstos son los mayores y no los espectaculares que en tantas ocasiones crean rivalidad y conflicto.

Luego, al decir Pablo: “yo os muestro un camino más excelente”, lo que hace es utilizar estas palabras como preparación para mostrarnos a los cristianos, no un don, sino un camino más excelente, que es “el camino del amor”, un camino por el que todo creyente debe andar.

Conclusión

Cada uno debe sentirse obligado a emplear con amor y con gozo los dones que ha recibido, utilizándolos en beneficio de otros y para la santificación de los demás. Aún el don oculto debe ser estimulado, como dice Pablo, no para presumir de él alimentando nuestro orgullo, sino porque es del Señor (son dados por el Espíritu Santo) y son dados para la Iglesia. La mera posesión de los dones no es tan importante como que estos dones sean ejercitados con amor.

¡Que Dios nos dé a cada uno de nosotros un apetito por la presencia de su Espíritu Santo demostrada por los dones!

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